Injustas justificaciones
Madrid debería ser la fiesta que fue París. Una fiesta que nos sigue a todos lados, que va con uno por el resto de nuestras vidas. Madrid debería juntarnos en cada esquina que atardece para tomar cervecita y comer tapas; abrigarnos por las noches con un tinto y cualquier otra cosa que proponga una excusa para hablar de lo que hay que hablar hasta que las luces de la mente se apaguen de cansancio.
Pero Madrid es la metáfora que para otros todavía es la París de Cortazar, es una idea tan parecida a la idea de Dios que suele causar cierto tipo de angustia, el dolor de saber que se parece demasiado al horizonte, demasiado al final del arcoiris. Para mí es parecido a tomar la decisión de ir hasta Aerolíneas Argentinas (que btw, tengo a 4 cuadras) y pagar un pasaje. Claro que eso implica olvidarme de muchas cosas, de responsabilidades auto impuestas que no tienen nada que ver con cumplir con nadie, he ahí mi ventaja, no le debo explicaciones a nadie sólo a mi misma, y me va a ser muy difícil explicar por qué no termino lo único que me gusta hacer que es estudiar literatura.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario